sábado, julio 12, 2003

Aunque por fin se ha decidido, S. todavía alberga algunas dudas.
Durante años, los poemas y textos que más le han impresionado han venido engrosando una especie de diario sentimental de citas y alusiones llamado 'Poemas épicos'. Los que hemos tenido la oportunidad de leerlos y superar el posterior ataque fulminante de la enfermedad de Stendhal sabemos de las maravillas que ese título encierra. Desde Poe hasta Fonollosa, pasando por Panero, Passolinni o Gil de Biedma el listado de poemas épicos es interminable. Toda una experiencia para sensibilidades entrenadas.
No obstante, S. tiene dudas y, conociéndole, no me extraña. Al fin y al cabo, ninguno de los textos han sido escritos por él y S. es sensible y modesto, un hombre tranquilo que asiste escéptico al carnaval del hoy en día sin aprobar apenas nada de lo que sus ojos de perro azul ven. Es normal que tenga dudas. Abrirse el pecho y exponer a la intemperie el corazón es un gran riesgo en un mundo lleno de suelas de zapatos teñidas de rojo. Pero por fin se ha decidido, aunque aún tenga sus dudas de hombre bueno.


Yo le animo. Aprecio su esfuerzo.
Elegir unas palabras ya escritas que te expresan y resumen, hacerlas tuyas, también es un acto de creación ¿para qué empeñarnos en expresar de otra forma aquel sentimiento que consideramos tan perfectamente expresado en un texto que leemos? ¿Por qué no limitarnos simplemente a subrayarlo, a destacarlo del resto haciéndolo nuestro?
Escribir otra vez un poema que ya está escrito me parece un intolerable acto de soberbia y orgullo ¿Es que no puede mirar Gil de Biedma por nosotros? ¿Es que no nos vale lo que Robert Frost entiende por amor? ¿Quién diablos nos creemos que somos?
Afortunadamente mi amigo S. no tiene tanto ego.

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