lunes, octubre 27, 2003

Intenta atrapar los cabellos del viento en la palma de su mano.
Ha asomado el brazo por la ventanilla y allí lo deja estar, ingrávido, mientras el coche ruge salvaje carretera adelante como un hambriento predador a la caza de la fugaz línea del horizonte.
De vez en cuando ella se gira y le sonríe, pero él no se da cuenta. Simplemente conduce con la mirada entregada al mágico secreto que encierra el final de cada curva. Un secreto que la realidad de haber llegado hasta allá jamás le confirma.
Muy pronto caerá la noche.
Muy pronto esa esquiva línea será aún más incierta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario