viernes, enero 09, 2004

Nuestra condición de palpitante carne constantemente sangrada por el tiempo.
El eterno presente de una lucha desigual contra un incansable enemigo que no cesa.
La abrasiva caricia de los segundos....
Y siempre el asombro estallando en nuestra sorprendida conciencia.

Lo que entonces era lo mismo ahora es distinto.
La mirada del que ayer miraba ahogada en otra actual y distinta.
La conciencia descubriendo el engaño de la diferencia,
Notando que, de repente, somos otros,
que hay nuevas nostalgias llamando a nuestra puerta.

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