miércoles, enero 14, 2004

Parroco Glennie: Es la primera vez que estas puertas se han abierto desde hace doce años.
John Mohune: Tienen que estar abiertas. No sabemos cuando volverá el a casa.
Parroco Glennie: ¿Jeremy Fox?
Grace: ¿Estás seguro de que volverá?
John Mohune: Sí, es mi amigo

('Los contrabandistas de Moonfleet'. Fritz Lang, 1955)

Soy un admirador absoluto de esta película poco conocida y valorada -siempre al modesto entender de mi fracaso- de la etapa americana de uno de los grandes directores de la historia del cine, Fritz Lang y, principalmente, admiro este conmovedor final en el que el joven John Mohune, una vez establecido en la vida gracias al sacrificio de su amigo Jeremy Fox, sigue esperando un regreso que el espectador sabe imposible.
Todos le hemos visto marchar, herido de muerte, en una barca de pescadores en busca de un cada vez más difuminado horizonte, como si el propio Fox fuera quién lo contemplara. Abandonado y abandonándose, mecido por la marea y el cada vez más lento sonar de su corazón, muriendo por fin en paz.
Siempre he amado esta película (por supuesto no tanto como la quiero a ella).

John Mohune: ¡Jeremy!
Jeremy Fox: ¡John!
John Mohune: ¿Es hora de partir, señor?
Jeremy Fox: No, todavía no.
John Mohune: ¿Es que pasa algo?
Jeremy Fox: No, no. Sólo que cambiaremos nuestros planes. Quédate aquí hasta que amanezca. Después tienes que volver a Moonfleet. Busca al párroco Glennie. Dale el diamante y cuéntaselo todo.
John Mohune: ¿No vamos a marcharnos juntos?
Jeremy Fox: Si alguien te detiene, dile que yo te retenía y que te has escapado.
John Mohune: Pero señor, ¡es que no quiero irme solo!
Jeremy Fox: No siempre podemos hacer lo que queremos, John. Necesito alguien aquí en casa en quien confiar. Alguien de quien depender hasta que vuelva.
John Mohune: ¿Pero volverá pronto?
Jeremy Fox: Tan pronto como pueda. ¿Puedo confiar en ti?
John Mohune: Sí, señor, si cree que es lo mejor.
Jeremy Fox: Es lo mejor. Buena suerte, John Mohune.
John Mohune: Buena suerte, señor.

('Los contrabandistas de Moonfleet'. Fritz Lang, 1955)

'No siempre podemos hacer lo que queremos, John'... Aspero Mundo también para Jeremy Fox..

Adios para siempre, señor Fox.
Las puertas siempre permanecen abiertas para los que, en realidad, nunca se han marchado.
En el fondo, y pese a los delirios de grandeza de nuestra conciencia (a la que siempre ha apretado el zapato de nuestra condición mortal) somos seres pequeños, tan pequeños como cualquier otro, como los perros que se me murieron y aún recuerdo sintiendo su cálido aliento junto a mi ser.
La de las puertas abiertas es la única trascendencia a la que podemos aspirar.

Los dioses y los demonios, el cielo y el infierno... Los demás.



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