miércoles, junio 30, 2004

La decepción siempre está ahí, flotando por debajo de nuestro interaccionar con el mundo. Como mínimo, cada uno de nosotros, casi siempre somos la principal víctima de nuestro propio ideal, unos auténticos expertos en el aprendizaje de la decepción.
Lo demás, lo realmente importante viene siempre por descontado. Cuando menos lo esperamos y generalmente en el espacio vacío que ha dejado la irreparable muerte de un sueño.
La contingencia nos hace siempre libres y felices.
Lo hace siempre, pero jamás confiamos en ella. Preferimos entregarnos a la volatil levedad imposible de nuestros sueños.

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