martes, junio 07, 2005

"To the lighthouse"

Supongo que no descubro nada si escribo que "To the lighthouse" es uno de los grandes libros de una de las más grandes escritoras de la historia de la literatura, Virginia Woolf.

El principal atractivo que, a mi entender, encierra esta hermosa historia melancólica es la sensitiva elaboración de una poética de la relatividad que la autora lleva a cabo a lo largo de sus casi 300 páginas.

Me explico.

En esta historia, como en la vida, el significado que para los personajes tienen los espacios descansa absolutamente en el tiempo en que son vividos.
Después de todo, el libro se construye en torno a un instante, la excursión al faro, que no sucede cuando debiera suceder, con la familia unida y feliz.

La primera parte se estructura en torno al "antes", el día anterior a una prevista excursión que no llega a suceder por prescripción del patriarca de la familia.
Tiempo después, y tras un melancólico interludio de ausencia y casa vacía, llega la segunda parte: un regreso y una triste excursión de los supervivientes de aquel instante ya pasado al faro, un gesto desesperado y sucedáneo que en absoluto reemplaza al auténtico (porque todo tiene su lugar en el devenir de los acontecimientos).

El sentido que los personajes dan al mismo espacio, a la casa, la isla y el faro, ha cambiado.
Ha pasado el tiempo, se han producido muertes y el regreso, aunque sucede, es un acto desesperado y vació carente del menor sentido.

El patriarca realiza una vacía ceremonia de invocación de un paraíso perdido que ya sólo reside en su memoria.
Alargadas sombras se proyectan sobre su deseo de recuperar un tiempo pasado y unos seres queridos que ya no volverán.
Para su desgracia, la oportunidad de ir al faro ya pasó.
Nada puede hacerle escapar de una soledad y una vejez que le miran fijamente a los ojos.
Jamás debió negarse a ir.

Los instantes pasan.
Son irrepetibles.
No disfrutar de ellos es plantar la semilla de futuras tristezas y arrepentimientos.

El espacio, los paisajes y las cosas, están en función del tiempo que vive el ojo que los mira.
La teoría de la relatividad también rige en el ámbito de los sentimientos.

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