miércoles, agosto 10, 2005

LA VIDA ACUÁTICA

I
Necesitaba volver a ver "La vida acuática de Steve Zissou" y lo hice.
Se que es una película que suscita adhesiones y odios inquebrantables. Lo se.

Después de volver a verla me reafirmo. Sigo contándome entre los primeros.
¿Por qué?

Alguna vez ya he escrito que hay textos, imágenes, situaciones o personas que te hablan, que se dirigen a ti con las palabras justas y exactas, aquellas que dan forma a sentimientos y emociones que hasta el momento eran vagas impresiones apareciendo y desapareciendo en el umbral de la propia conciencia.
"La vida acuática de Steve Zissou" tiene algo, la infinita seducción de una profunda sugerencia, camino de preguntas que empieza en la vaga respuesta que ofrece la vacía expresión del rostro de Bill Murray.

Vacío que tiene, en mi opinión, dos nombres: hastío de ser siempre el uno mismo de siempre y tristeza ante la imposibilidad de ser ya siquiera ése del cual estás tan cansado de ser.

El fracaso de los fracasos.
No tener siquiera un yo al que regresar.

II
Zissou fue y es un personaje público.
Sus documentales fueron seguidos por toda una generación de jóvenes y menos jóvenes.
La imagen que proyectaba de sí mismo es la que los otros, su público, le devuelve; una imagen que el propio Zissou tiene que alimentar en un destructor circulo vicioso para que el efecto de realidad sea total.... No lo se.
Lo único cierto es que Zissou deja de ser persona y se convierte en marca, en un concepto que los demás constantemente manejan y que el propio Zissou debe seguir al pie de la letra para que todo el entramado significante funcione.

Todo va bien hasta que la marca deja de interesar.
Quizá, a esa falta de interés haya contribuído el cansancio del propio Zissou o quizá la falta de interés favorezca la aparición de ese cansancio. No lo se.
Lo único cierto es que su vida se ha convertido en una vacía repetición, algo así como el contínuo rezar a un Dios en el que ya no se cree. (Sólo se sigue rezando porque durante mucho tiempo, demasiado, no se ha hecho otra cosa).
Perdida la fuerza que producía la aceleración de los viejos y buenos tiempos, cuando uno se creía a sí mismo, sólo queda la inercia que deja aquel impulso, un dejarse llevar a ninguna parte sobre las aguas del tiempo.
La máscara.
Y el miedo a que detrás de ella ya no quede nada, como el actor cuya personalidad es la suma de todos los personajes que ha interpretado.

La superficialidad convertida en profundidad.
El cansancio de interpretar un personaje que lentamente, al compas del tiempo, se desvanece.
La tristeza ante una irreparable pérdida.
El miedo a que debajo del todo que lentamente se diluye ya no quede nada.

Heidegger
"Ser y tiempo"

La desesperación por seguir siendo convertida en una de las formas más elevadas de manifestación del ser del hombre en el tiempo.

"Como decía Hegel, la única conciencia posible de la vida es la conciencia del mal de la vida. "
(Leopoldo María Panero)

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