sábado, septiembre 10, 2005

CINDERELLA MAN, ANOTHER BEAUTIFUL MIND

1
La historia de Jim Braddock, el hombre que se negó a ser tumbado sobre la lona, es un relato emocionante y edificante.
El trabajoso y complicado viaje que el irlandés realiza desde la cola del paro hasta el campeonato del mundo de los pesos pesados es un monumento de carne y sangre a la tenaz voluntad de un hombre.

Cada golpe que el boxeador recibe de la vida o propina a sus contrincantes engrandecen su propia dimensión y enseguida uno llega a la inevitable conclusión de que podemos ser nuestros propios dioses si nos lo proponemos.
Braddock lo fue.
Un dios de la voluntad inasequible al desaliento.
Un ejemplo para sus compatriotas en aquellos malos momentos de la Depresión.
La inspiración precisa.
El milagro de su propia vida reconducida desde la insegura pobreza hasta la tranquilidad de una vida bien ganada a pulso da fe de ello.

Me gustaría pensar un mundo en el que aún quedan hombres como él.
Intentaré hacerlo.
Cinderella man, another beautiful mind.

2
No se si he hablado alguna vez de Russell Crowe.
No se si ya he escrito que nos encontramos ante un gran actor, quizá el sucesor de Brando tanto por sus capacidades técnicas como por su magnetismo personal.
Ni siquiera se si es necesario decirlo ya.

El juego continuo entre fortaleza de carácter y debilidad (memorable la escena en que pide limosna a viejos amigos y enemigos), la intensidad telúrica de su mirada... Material de primera.
Como sucede con los grandes actores (Gasmann, Pacino, De Niro o el propio Brando), la película se sostiene sobre sus anchas espaldas y Crowe se encuentra cómodo, lo suficiente como para transmitir una pasmosa sensación de autenticidad que provoca en más de una ocasión el tenso silencio de las emociones despertadas dentro de la sala, tan cómodo como Brando en "Apocalypse Now" o Bruno Ganz en "Der Untergang".

Uno de los grandes atractivos de la película es él.
El espejo de su rostro se convierte en el agujero negro que aboserbe todas las miradas del público.

3
También Paul Giamatti y René Zellweger están bien.
Lo mejor que se puede decir de ellos es que junto a Crowe no desentonan.

4
El guión de Cliff Hollingsworth y Akiva Goldman es otro de los puntos sobre los que se apoya la grandeza de esta película.
Su mayor virtud es la sobriedad.
Los guionistas mantienen un tono contenido en el que nada va más allá de lo necesario y así la historia fluye por sí misma, sin maquillaje y con la cara lavada.
El drama de un hombre que lucha por si mismo y por los suyos no necesita más.

5
Por último, Clint Eastwood puede morir tranquilo.
Ron Howard, en la que me parece su mejor película hasta el momento, presenta su candidatura en nombre del cine clásico.

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