martes, octubre 24, 2006

No quiere que le den las gracias.

Lo ha decidido.

Que le den un beso, que le hagan un guiño,
que le administren una caricia,
que le sonrían
o que, simplemente, no le digan nada...
pero que no le den las gracias.

Nunca más.

Es una palabra maldita.

Proyecta a millones de kilómetros de distancia
a las personas que la pronuncian...
aunque sigan estando a su lado.

Hace que se sienta sólo y extraño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario