martes, octubre 17, 2006

VISIONES
Si Stendhal concebía la novela como un espejo puesto en el camino para reflejar con exactitud la realidad que pasaba por su lado, el cineasta alemán Wim Wenders concibe el cine como una ventana abierta el mundo cuya transparencia pulcra y definitva nos permite descubrir el espectáculo de las cosas siendo.






Siempre me gustó la recuperación de esta visión casi pionera del sentido del lenguaje cinematográfico. Su propósito era recuperar el asombro de todos aquellos afortunados que sin saberlo asistieron al nacimiento del séptimo arte mientras asistían al milagro de la presentación mecánica de un pedazo de realidad.

El 22 de marzo de 18095, la "Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir" fue presentada en París ante un selecto grupo de empresarios en la Sociedad de Fomento de la Industria Nacional. Posteriormente este corto metraje, junto con otros como "Llegada de un tren a la estación de la Ciotat", fue explotada comercialmente en París, en el Salon Indien del Grand Café, en el Boulevard des Capucines. la primera sesión de pago sucedió el 28 de diciembre de 1895.


Por aquel entonces, el cine vendía el espectáculo de la realidad misma enjaulada en celuloide para asombro de quienes creían que el tren les iba a atropellar o que se apartaban de los obreros que salían en tromba de trabajar.


Paris-Texas


Más de medio siglo después, este alemán enamorado de lo americano reivindicaba la restitución de la inocencia irremediablemente perdida de un medio de expresión que ya había alcanzado su mayoría de edad .


Recupero extractos de un texto escrito por Wenders en 1987 llamado "Why do you make films?" y en el que Wenders sistematiza su visión:


"No soy un gran teórico. Tiendo a olvidar las cosas que he leído en los libros. Por eso no puedo repetir con exactitud las palabras de Béla Bálasz, pero él hablaba de la capacidad (y también de la responsabilidad) que el cine tiene de mostrar las cosas tal y como son. Y añadía que el cine puede rescatar la existencia de las cosas.
De éso se trata.
Me viene a la memoria aquello que dijo el pintor Cezanne: 'Las cosas están desapareciendo. Si quieres ver algo, tendrás que darte prisa'
Y volvemos a la pregunta de por qué hago películas y es porque algo sucede, ves que estás sucediendo y lo filmas mientras sucede. La cámara lo ve, lo graba... y puedes volver a verlo tantas veces como quieras. Eso que sucedió puede que ya no esté, pero está ahí. Puedes verlo. El hecho de su existencia no se ha perdido.
El acto de filmar es un acto heroico (no siempre, sólo algunas veces). Por un momento, la gradual destrucción del mundo de las apariencias es detenida. La cámara es un arma en contra de la tragedia de las cosas, contra su desaparición".


El diario trabajo de destrucción que el tiempo lleva a cabo diariamente con el presente resulta mitigado por la inauguración del eterno aquí y ahora que representa la filmación. Cada vez que nos asomamos a la pantalla de cristal transparente, el tren sigue llegando a la estación y los obreros siguen saliendo de la fábrica y lo hacen continuamente.


Wenders destacaba el hecho de filmar como un acto romántico de rebeldía en contra de la inexorabilidad del proceso del tiempo que, al mismo tiempo, era capaz de mostrarnos el espectáculo de la cosa misma existiendo, ardiendo, quemando su combustible de segundos frescos.





El cine como rebeldía y como descubrimiento.


Travis, protagonista de "Paris-Texas", regresa del desierto para pelear contra el tiempo buscando unir lo que éste (y aquel) han separado: una madre y un hijo.


Damiel, el angel protagonista de "El cielo sobre Berlín", renuncia a su condición inmortal para descubrir el mundo por primera vez.


Los dos protagonistas de dos de las películas esenciales en la filmografía de Wenders encarnan esas dos facetas de ese sueño que sólo fue posible cuando el niño era niño:


"Cuando el niño era niño, era el tiempo de esas preguntas.
Por qué yo soy yo, y no soy tú?
Por qué estoy aquí, en lugar de estar allí?
Cuándo empezó el tiempo, y dónde termina el espacio?
Es la vida que vivimos bajo el sol sólo un sueño?
Acaso lo que veo, escucho y huelo es el espejismo de un mundo antes del mundo?
Existe el mal, y existen los malos?
Como es posible que yo, el que soy, no existiera antes,
y que en algún momento yo, el que soy, dejaré de ser quién estoy siendo?
(Peter Handke, El cielo sobre Berlín")


Pero demasiadas imágenes han llovido desde entonces.
Y estas, a fuerza de caer, han perdido ese poder revelador de todo un mundo para terminar contándonos mil y una veces lo que ya sabemos.

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