lunes, octubre 02, 2006

WORLD TRADE CENTER



La última película de Oliver Stone es un confesado homenaje a los hombres y mujeres de los cuerpos de policía y bomberos que, cumpliendo con su obligación de servir y proteger, se dejaron la vida el 11 de Septiembre de 2001 entre los escombros del Worl Trade Center.

A través de la personal y terrible peripecia vivida por el sergento de la policia portuaria John Mc Laughlin (interpretado por Nicholas Cage) y del oficial Will Jimeno (Michael Peña), Stone busca ese reconocimiento que sin duda aquellos valientes merecen.

Los dos, Mc Laughlin y Jimeno, quedarán sepultados bajo los escombros y "World Trade Center" nos narra cómo viven ambos su tragedia y cómo ésta afecta a sus familias y a los implicados en las operaciones de rescate...

Las intenciones de Stone son loables, pero los resultados -a mi entender- no están a la altura de las mismas.
En lugar de afrontar un proyecto más ambicioso, una película compleja en la que se entrecruzan varias historias en el catastrófico marco del World Trade Center... una especie de "Short Cuts" con la que componer un retrato de la tragedia sucedida aquel día, Stone prefiere una aproximación metonímica. Una parte, la peripecia vivida por Mc Laughlin y Jimeno, es usada por el cineasta para significar el todo terrible de aquel día y, aunque la película cuenta con algún que otor buen momento de alta intensidad emocional, "World Trade Center" desgraciadamente mantiene un tono bajo que termina por dejar frío al espectador.
El riesgo de basarse en la anécdota -y lo sucedido a Mc Laughlin y Jimeno no es más que una de las miles anécdotas trágicas que aquel dia sucedieron en torno y dentro de las torres gemelas- es resultar precisamente anecdótico y eso es lo que sucede con "World Trade Center".
En realidad, no pasa nada que uno no haya visto en cualquier película para televisión.
Nada que vaya más allá del tópico y al cine hay que pedirle algo más.

Cuando la película termina, el director pasa ante el espectador los nombres de todos aquellos que murieron en acto de servicio aquel día, pero el espectador no repara en ellos. Está demasiado ocupado en salir a la fría noche madrileña.
Y ésta es la metáfora que resume el fracaso del film.

El director no ha sido capaz de generar la carga emocional suficiente como para suscitar en el espectador la necesidad de detenerse ante esos nombres siquiera un instante... Y eso que las circunstancias vividas por los protagonistas brindan muchas posibilidades para ello, pero la película se mueve constantemente entre la frialdad y el tópico, entre el mero relato ajustado de una serie de acontecimientos y un discurso emocional que en absoluto prende por resultar demasiado superficial (y que casi se asemeja al millón de películas para televisión que todos hemos visto).

Un gran guionista y escritor como es, por encima de todo, Oliver Stone pierde la oportunidad de escribir algún maravilloso diálogo sobre el azar, la levedad, la ausencia, la muerte, la resignación, el sacrificio, la esperanza, la memoria y ponerlo en boca de alguno de los personajes que, aunque en su mayoría están bien interpretados, se mueven dentro del estereotipo y del cliché en medio de un acontecimiento histórico único y esperemos que irrepetible.


La película carece de una meta-reflexión sobre el significado del acontecimiento, un anclaje trascendente que lleve a la emoción, un trabajo de autor más arriesgado y comprometido con el propio suceso, pero la pequeña historia -grande para ellos- de Jimeno y Mc Laughlin se limita a discurrir perezosamente por el camino de una crónica ajustada a una realidad que se supone debe emocionar por si misma. Probablemente, con la esperanza de que el espectador ponga el resto... pero han pasado cinco años y cinco años son mucho tiempo.

Las comparaciones siempre son odiosas, pero la reciente "United 93" gana por goleada.

Aún partiendo ambas de una base real, uno tiene la impresión de que hay más realidad en aquella que en la película de Stone... se emociona más y cuando la película termina incluso tiene un momento para conmoverse con el trágico destino de todas aquellas personas.

Lo peor que se puede hacer con un héroe es estereotiparle, pincharle con una mariposa en el tablero de nuestras emociones usando la aguja del cliché.
Stone no entiende que nunca hay leyenda sin héroes y que la mentira que toda leyenda encierra es compensada con la verdad de los sentimientos que nos despiertan las hazañas de los héroes que las protagonizan.
Por eso, siempre hay que publicar un poco de leyenda para que los acontecimientos alcancen la dimensión suficiente como para ser recordados y trascender en el tiempo.

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