domingo, noviembre 05, 2006

LITTLE MIS SUNSHINE

Me gusta esta película.

Quizá porque la mayoría del tiempo sucede en la carretera, durante un viaje... Seguramente, porque uno sale contento, vistiendo la media sonrisa de los buenos momentos, cuando sale del cine.

No lo se...

El caso es que "Little Miss Sunshine" es una "road-movie" protagonizada por una familia disfuncional que se encuentra varada en la playa a donde van a parar todos los naufragios del mundo de ganadores y perdedores en que vivimos inmersos. Es en sí misma una reflexión agridulce sobre los efectos que sobre las personas ejerce ese diario desayuno de los campeones que en algunos momentos -o quizá constantemente- todos nos vemos obligados a tomar.

A mi modo de ver, lo más interesante de "Little Miss Sunshine" es la idea de que uno mismo siempre es dueño de su éxito y de su fracaso. De que todo pasa por la decisión personal e intransferible de lo que se quiere hacer y no por la imposición pura y dura de formas de comportarse y vivir.

Las raíces del éxito siempre crecen allí, en la parte más íntima de nosotros mismos donde late nuestra más profunda semilla, la que -desarrollada- nos hará ser lo que verdaderamente queremos/debemos ser o hacer.

No hay fracaso posible si uno escucha esa voz.

Por éso, al final de la película y cuando la familia regresa a su casa, ni se me pasa por la cabeza pensar que las cosas les hayan salido mal y que el largo viaje no haya merecido la pena. Después de todo, se han encontrado a sí mismos. Han hecho justo lo que han querido hacer y lo han descubierto justo a tiempo.

Ese es siempre es el más importante de los triunfos.

"Preferiría no hacerlo", decía Bartleby, el maravilloso y fascinante personaje de Herman Melville. Un casi valleinclanesco esperpento de la necesidad y el esfuerzo por ser constantemente uno mismo.

Seguramente nadie querría ser Bartleby. Sólo él... Y de eso se trata.

3 comentarios:

  1. Anónimo11:41 p. m.

    Aún no vi esta pelicula,pero estoy totalmente de acuerdo con lo que dices,cada cual es responsable de sus éxitos y sus fracasos.

    Por cierto ,terminé de leer todo el contenido de tu blog y quiero decirte que con la pérdida de cada persona siempre perdemos algo...
    Así que lamento el fallecimiento de tu abuela...
    Aunque seguramente todo lo que te enseñara o lo que aprendieras de ella te quedará mientras vivas...
    Mis saludos...

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  2. Anónimo11:53 p. m.

    "Los otros nunca mueren.
    La única muerte verdadera es la propia.
    La forma más definitiva y radical del olvido."
    Me parece un texto sencillamente genial...

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  3. Muchas gracias, Isabel.

    La memoria siempre queda ahí.

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