sábado, mayo 26, 2007

INOLVIDABLE


Con "El séptimo sello" (1957), Ingmar Bergman confirma el éxito internacional que obtuvo en el año 54 con "Sonrisas de una noche de verano". Ese mismo año firmaría otra de sus grandes obras maestras... "Fresas salvajes".


Inspirada, según confesión del propio autor, en las pinturas medievales, "El séptimo sello" es una película muy en la honda del pensamiento existencialista que de la mano del francés Sartre cuestionaba los felices inicios de la abundancia de la sociedad de consumo


El hombre, Dios como interrogante nunca cerrado y la absoluta certeza de la muerte para descompensar la balanza de una presunta cordura.


El hombre a solas con ese silencio que decide llamar Dios, abandonado a si mismo y a sus dudas y temores.


Regresado de las cruzadas junto a su escudero Jöns, el caballero Antonius Block se enfrenta a su final en medio de una Suecia temerosa del Juicio Final y asolada por la peste


Mientras escapa de su propia cita con la Muerte, Bloch intenta encontrar alguna certeza a la que agarrarse antes de marchar. Pero su profundo y desesperado dudar se materializa en preguntas que nadie puede contestar, ni siquiera la propia Muerte que se muestra como un mero agente de un proceso ciego y automático.


Muerte: ¿Dejarás alguna vez de hacer preguntas?
Antonius Block: No. Nunca.
Muerte: Pero sigues sin obtener respuestas.


Preguntas sin respuesta.

Continuamente y aunque sólo sea para llenar ese silencio desolador que se extiende como un desierto entre su preguntar y la nada que cada vez está más cerca.


Sólo silencio.


Un silencio denso, cási corpóreo.
Seguramente, y en sí mismo, una respuesta insatisfactoria.

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