domingo, junio 24, 2007

ONTOLOGÍA APLICADA A LA NUEVA COCINA

Mañana de domingo.

Descuidado y perezoso paseo por el raquítico panorama que ofrecen las televisiones hasta encontrar a Eva Arguiñano proponiéndonos un arroz con leche con chocolate negro y chocolate blanco.

¿Tanto nos aburrimos?

Es que ya no podemos disfrutar de un simple arroz con leche bien hecho.
Es que tenemos que añadirle un algo extra a ese magnífico postre para disfrutar de esas nuevas sensaciones y sabores que con tanto abuso se buscan en las nuevas cocinas.

Personalmente encuentro terrible que no seamos capaces de disfrutar del mismo arroz con leche de siempre, que se nos quede corto, que estemos pensando en añadirle cualquier otro ingrediente en una absurda combinatoria sin fin y que lo corrompamos en su plenitud de obra conseguida... como lo corrompemos todo con nuestor aburrimiento de ricos consentidos en un mundo lleno de pobreza y miseria.

Las cosas simples con todo su atractivo esencial ya no nos sirven.

Cada día buscamos algo nuevo.

Suspiros de manzanas sobre una vinagreta suave de higado de somormujo.
Lonchas de canape servidas con una fina espuma de ciruelas claudias ligeramente hervidas.
Sopa de mazapán con picatostes de turrón de hierbas.

Una combinatoria sin fin de texturas, olores y sabores que es la crónica de nuestra propia decadencia.

Nada es intocable.
Todo se convierte en signo combinable e intercambiable.
Lo importante no es lo que ya tenemos, lo importante es lo próximo, el sabor nuevo y para eso tenemos que forzar constantemente la sencilla mecánica del alimento.

La devastadora y desertizadora lógica de la sociedad de consumo trasladada a la comida.

Nunca el hombre ha estado tan sólo como ahora, rodeado de cosas que constantemente dejan de interesarle y enfrentado a la inagotable lógica de su insaciable deseo.

Acabaremos comiendo mierda y nos sabrá tan rica por tratarse de un sabor diferente y nuevo.

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