sábado, octubre 13, 2007

TAXI DRIVER

Hay bastante de autobiográfico en la historia que Paul Shrader escribió y que Martin Scorsese puso en imágenes.

Por lo visto, Scharader se encontraba en uno de esos momentos vacíos de confusión que de cuando en cuando suceden en nuestras vidas. No tenía claro si quería ser escritor o crítico de cine y las mujeres tampoco lo tenían claro con él. Sucesivamente, su mujer y su amante terminaron abandonándole.

Sin dinero y ni siquiera un lugar donde vivir, Schrader empezó a caminar hacia delante. El ritmo de cada paso era una pulsación sobre el teclado de su maquina de escribir y el esquivo futuro terminó convirtiéndose en real presente.

El resultado de todo ello fue el guión de Taxi Driver, una lúcida reflexión sobre la soledad y sus demonios.

Su protagonista Travis Bickle es un invisible ciudadano anónimo que conduce un taxi en las noche de Nueva York. Ex-veterano de la Guerra de Vietnam, su vida parece encontrarse en un "impasse", un sinsentido del que nada bueno termina por salir. Sólo una soledad auto-impuesta y sucedida casi como inevitable consecuencia de esa confusión.

En ese exilio social, Bickles se convierte en silencioso espectador de esa Babilonia que fue la Nueva York de los setentas. Y es en ese paisaje donde todos sus demonios cobran forma, se vuelven reales, convocando los fantasmas de lo peor de si mismo.

Bickles se ve parte integrante de toda esa inmundicia que algún diluvio universal debiera llevarse y ese sentimiento le conduce a un torbellino de sentimientos sádicos (armarse contra ellos) y masoquistas (desaparecer) que incrementan aún más esa confusión.

Bickles se resiste. Hay algo bueno en él como Schrader cree que lo hay en sí mismo. Ambos, a la postre, consiguen regresar de los infiernos, redimirse tras una brutal catarsis en la que las posibilidades de no sobrevivir son muy ciertas.

Disolverse buscando que exista algo sólido capaz de seguir existiendo.

Someterse a un proceso de decantación que supone la purificación de su alma, la expulsión de todos esos demonios que han terminado por apoderarse de su ser.

En el caso de Bickles, y tras el intento de asesinado del senador Palentine (suerte de figura paterna que debe pagar como principal responsable de ese mundo de escoria), la liberación de la prostituta infantil de la figura también paterna de su chulo en una orgía de sangre y violencia que hizo famosa a la película en su tiempo. Incluso, en medio de esa catarsis, Travis recoge varias pistolas disparandolas descargadas contra su cabeza.

En el caso de Schrader, varias semanas de escribir y dormir en el sofá de la vacía casa de su ex, sin calefacción y casi sin apenas comida.

El resultado para ambos: una cierta y siempre temporal salvación.



"Taxi Driver" es un ajustado relato de un caso extremo de soledad y la confusión.

El brutal esfuerzo ascético de encontrar un lugar en el mundo y un sentido a uno mismo y a las cosas cuando el corazón vive en las tinieblas.

Lo que queda después de la catarsis (si es que queda algo) sólo puede ser uno mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario