martes, noviembre 20, 2007


LA CAÍDA DE LOS DIOSES

La última de las obras maestras de Luchino Visconti (un cineasta para mi gusto sobrevalorado) es una enorme metáfora.

La penetración firme e imparable del nazismo en los interiores de la sociedad alemana fue sin lugar a dudas favorecida por las propias contradicciones de la misma. No hay tiempo aquí para hacer un relato de ese proceso. Tampoco muchas ganas... Lo importante es la capacidad que tuvo Visconti para encerrar esa parte tan terrible de la historia alemana entre las cuatro paredes invisibles y figuradas de una familia de la alta burguesía.

Los conflictos y contradicciones son hábilmente utilizados por el intrigante Aschenbach para terminar haciéndose con el control de los von Essenbeck propietarios de unos altos hornos... La llave para el necesario acero undamental para llevar a cabo la necesaria obra del Reich.

Al final, Martin von Essenbeck, correctamente interpretado por el histriónico y limitado Helmut Berger, terminará por convertirse en referente y dueño vistiendo incluso el mismísismo uniforme de las SS. El más débil y decadente de todos ellos. Quién tiene más que ocultar y puede ser fácilmente manejado mediante su propio deseo, satisfaciéndolo y alimentándolo como contrapartida.

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