domingo, noviembre 04, 2007











MEMORIA HISTÓRICA

Memoria e historia son dos términos antitéticos que jamás debieran formar parte de una misma palabra.

Es complicado casar la subjetividad del recuerdo con la objetividad del análisis del experto. Nuestra percepción del pasado, nuestra memoria, nunca es un instrumento fiable. Realidad y deseo siempre se confunden. La misma magdalena de Proust mojada en diferentes cafés produce variados sabores, cientos de recuerdos... para una misma historia... y la historia es otra cosa, el marco, la media aritmética objetivada de todos esos recuerdos... un libro con citas a pie de página en lugar de los diferentes matices de un mismo sabor.

Memoria histórica... Otra nueva invención de esta disneylandia psicopática que es la política española.

Guerra civil... Una realidad escondida tras las ensoñaciones autocomplacientes de los unos y de los otros.

Y ahora, desde siempre, el propotente sepulcro blanqueado de la izquierda española se indigna con la obviedad de su juego de buenos (ellos) y malos (los otros).

Desde luego que el alzamiento nacional de los franquistas fue un golpe de estado contra un orden establecido, pero juega con ventaja no reconociendo el progresivo deterioro que fue sufriendo la República y que culminó con el Frente Popular. Socialistas, comunistas y anarquistas comenzaban a generar en las calles, fuera el congreso, un emergente nuevo poder que se miraba en la Unión Soviética.

Con la total falta de autocrítica que le caracteriza (siempre habrá un fascista o un dobermán a quién hechar la culpa de todo), la izquierda ignora ese deterioro que el régimen republicano venía sufriendo por la acción de unos y de otros. Un deterioro que no justifica la acción de los militares franquistas, pero que debe ser sacado a colación en todo debate serio que busque la revisión de nuestra historia reciente.

La república mitificada tenía los pies de barro.
La derecha provinciana de los terratenientes nunca creyó en ella mientras que la izquierda frentepopulista de las ciudades terminó por rebasarla por considerar que se quedaba corta para sus revolucionarios y transformadores entenderes. Y entre medias los pequeños partidos republicanos, aplastados entre esas dos poderosas fuerzas que colisionaban por todas partes como placas tectónicas. Como escribe Buñuel en su libro de memorias "Mi último suspiro", "Imposible permanecer neutral en medio de la lucha, pertnecer a esa tercera España en que algunos soñaban oscuramente".

Entre todos la mataron y el ladino gallego ambicioso le dió la puntilla un 18 de julio de hace ya casi setenta años.

"En los meses que precedieron a la guerra, el ambiente era irrespirable. Una iglesia en la que teníamos que roidar unas escenas fue incendiada por la multitud y tuvimos que buscar otra. Mientras hacíamos el montaje, había tiroteos por todas partes"
(Mi último suspiro, Luis Buñuel)

El alzamiento fascista no tenía por qué haber triunfado y si lo hizo fue entre otras cosas porque las propias contradicciones del régimen republicano jugaron en contra de éste, contradicciones de las que también fue responsable la izquierda que ahora se rasga las vestiduras y dispara a diestro y siniestro su dedo acusador.

No es propio de un debate serio el achacar siempre las responsabilidades de los desastres de nuestra historia a los demás, a los otros. No es propio de un debate serio pasar por encima de la brutal represión franquista tras la Guerra Civil ni hacer declaraciones contemporizadoras sobre el franquismo como hace alguna exquisita bestia de nuestra derecha.

A estas alturas espero poco de este país de titulares y cesantes en el que todo vale para ocupar el poder, en el que no hay debates sino conflagraciones en las que los unos a los otros se disparan los mensajes como balas, en el que ya no hay nada sagrado que esté salvo de los más espúreos intereses, pero me conformo con que toda esta mierda de indignadas palabras sirva para que los olvidados huesos de todas las fosas recobren sus perdidos nombres.

2 comentarios:

  1. Anónimo9:51 p. m.

    Carlos,

    siempre magistral, esa visión tuya tan inteligente de todo. Un placer leerte y conocerte

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  2. Carlos, amigo de Yolanda. Me ha gustado leerte, y estoy de acuerdo contigo. Solo que soy más optimista que tú y me gusta creer que ya hemos superado muchas de esas cosas.

    O por lo menos eso quiero creer. Cualquier cosa, antes que deprimirme.

    Saludos, Wilt.

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