domingo, diciembre 30, 2007

SARKOZY & BRUNI

Estaba tardando demasiado la política en formar parte del entramado mediático multimedia que alimenta los deseos y fascina las miradas de los opulentos habitantes de los países desarrollados.

Viviendo como vivimos en un mundo virtual de imágenes y discursos sólo hacía falta un héroe que se atreviera a dar el salto, desafiando los riesgos que semejante operación tiene. Después de todo, siguen existiendo personas que la reclaman a la política, por lo menos, parecer otra cosa diferente, más seria y alejada del entramado mediático que genera la sociedad de consumo para alimentarse a sí misma.

Y ha sido Sarkozy el primer político en atreverse.

Desde luego, la belleza de Carla Bruni es una buena ayuda para dar ese salto. Al final, lo único seguro es que caerá sobre sus brazos en una suite con olor a Chanel. Suficiente certeza para el masculino aventurero que Sarkozy parece ser en la foto.

Haya amor o no, la apuesta de Sarkozy es revolucionaria.

El objetivo es introducir la política en ese mundo aspiracional y virtual, convertirla en un palo más de la baraja e intentar sacar rédito de imagen y marketing.

Al final, no es otra cosa que buscar a los electores donde ellos se encuentran, situarse donde sus miradas se dirigen y, entonces, jugar con astucia sus cartas para conseguir su confianza y, finalmente, su voto.

Si para construir los discursos hay que pensar en el más simple y común de todos ellos, por qué no situarse simbólicamente dentro de los esquemas mentales que ese elector maneja.

En este sentido, Sarkozy es valiente y no tiene un pelo de tonto.

Sabe que el político comparte espacio y tiempo en los medios de comunicación, que su discurso forma parte de un indiferenciado caldo mediático consumido diariamente. Un caldo en el que la verdad (si es que existe) cada vez cuenta menos, teniendo que competir en igualdad de condiciones con otros aspectos como la oportunidad y la verosimilitud.

El discurso político mediatizado se ha simplicado tanto que perfectamente puede servirle para desarrollarse un clásico esquema folletinesco de héroes y villanos.

Y si Sarkozy quiere ser el héroe de nuestros sueños, tendrá que cumplir con una serie de requisitos. Por ejemplo, ya ha arrancado a varios rehenes de unas inclementes cárceles africanas, pero le quedaba, quizá, el reto más importante.

Todo héroe en toda historia que merezca la pena tiene que llevarse a la chica... y con la belleza de Carla Bruni por ahora lo está consiguiendo.

Asì la enamorada ex-top model es la mejor prueba de que la historia de Sarkozy es buena, merece la pena que sigamos con la atención puesta en ella y que la distingamos del resto de historias que cada día nos llegan peleando por un minuto de nuestra atención.

Qué menos puede obtener un héroe de nosotros, su público.

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