lunes, febrero 11, 2008


NO COUNTRY FOR OLD MEN
Me ha entusiasmado.

La última película de los hermanos Cohen bien podría haberla filmado el propio Sam Peckinpah y eso para mi ya es suficiente para elevarla a los altares.

Por encima de todo, "No country for old men" es una película llena de magníficos diálogos. Desesperados, absurdos, pero siempre llenos de inteligencia.

Llewelyn Moss: If I don't come back, tell mother I love her.
Carla Jean Moss: Your mother's dead, Llewelyn.
Llewelyn Moss: Well then I'll tell her myself.

Diálogos afilados, expresados de la mejor de las maneras posibles por magníficos actores y que ejercen un magnífico contraste con una clásica trama de búsqueda y captura llena de descarnada y brutal violencia. Una trama que en sí misma también resulta interesante .

Pero "No country for old men" tiene algo que me entusiasma: la expresión de sentimientos y emociones profundas a través de la acción. No es en absoluto una simple pleícula de acción sembrada con diálogos "cool" según el superficial rollo clicheico de Tarantino. "No es un país para viejos" es una película sobre el paso del tiempo y la insoportable levedad del ser.
Emocionalmente la película no se construye sobre el brutal personaje que interpreta Javier Bardem sino sobre el cansado sherif que con magistral suavidad sincera interpreta Tommy Lee Jones.
Son otros valores y otros tiempos.
La constatación de ese nuevo mundo con sus nuevas reglas supone también de forma directa la constatación del paso del tiempo a través de la clara consciencia de pertenecer a otra época. La inflexible y transparente máquina del tiempo sigue su curso pulverizador. Quizá sea el momento de hacerse a un lado y refugiarse en la confortabilidad de un sueño tranquilizador, un sueño cuyo relato pone fin a la película de una forma maravillosamente abrupta.
No puedes pretender que el tiempo no pase por ti, le dice un buen amigo.
Es vanidad.
Todos tenemos nuestro tiempo y éste siempre termina por pasar.

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