domingo, marzo 02, 2008

SICKO


No me gusta el personaje que Michael Moore ha creado sobre sí mismo. Lo digo de entrada.

Me parece que en todo su trabajo hay un punto perverso en el que el problema que denuncia siempre pasa a un segundo plano, desaparece tras su enorme figura.

Michael Moore acaba haciendo que nuestra atención se dirija hacia el dedo que señala y no a la cosa señalada. Y ésto no me gusta nada y sucede también en este estremecedor documental sobre los desastres que la sanidad privada está produciendo en l sociedad norteamericana.

Al final, y tras 123 minutos de rabia, asco y pasmo, todo se reduce a Michael Moore. La película termina con él, con sus gestos, actos y actitudes.

El desastre de la sanidad norteamericana termina convirtiéndose en una excusa para que hablemos hablando de él.

No me gusta... pero es sólo una opinión.

Dicho ésto he de decir que la película sobrecoge por la intrínseca maldad de la situación que describe.

Testimonios escalofriantes de jóvenes afectados de cáncer a quienes se les ha denegado el tratamiento porque estadísticamente están fuera de los grupos y edades de riesgo o ancianos que literalmente son expulsados de los hospitales por carecer de dinero para continuar pagando su tratamiento o personas que tienen que vender todo lo que tienen para poder ser tratadados convenientemente.

La salud como negocio y los límites del mercado claramente puestos al descubierto.

Alguién tiene que cuidar de aquellos que no pueden cuidar de sí mismos. Si buscamos esa diferencia, esa actitud debería diferenciarnos claramente de los animales.

Somos seres sociales y debemos cuidamos de los nuestros cueste lo que cueste. No es una cuestión de dinero, sino de dignidad humana.

1 comentario:

  1. No deja de ser un reflejo, de la sociedad que todos estamos construyendo. El becerro de oro, dinero, salud, consumo de usar y tirar. Cuando ya no servimos para producir nada, o bien pagamos para seguir siendo productivos, o bien nos mandan a una "fosa común".

    Y que nadie se rasgue las vestiduras, porque todos somos complices. Al final, resultará que todo será como al principio. La familia, ese reducto de "superviviencia" tan vilipendiado actualmente se convertirá en el cobijo y auxilio de quienes ya no valen. Dice la biblia que los hijos son como las flechas de un arquero. Dichoso el que tiene muchas y las guarda para su vejez. Yo no lo veo otra solución a largo plazo.

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