jueves, septiembre 18, 2008

Septiembre es un momento de reencuentros.
Reencuentros con lo importante, las cosas que más directamente tienen que ver con la vida que -nos guste o no- nos lleva (la gravedad del sindrome postvacacional definirá el grado de oscuridad o luminosidad de ese gusto), y con lo que no lo es tanto... aunque, yo pienso, como ese personaje de The wire condenado al fracaso, que todo importa.
En fin... Esa es otra historia. El asunto que provoca estas líneas tiene que ver con el reencuentro y particularizo en los debates políticos en los medios. Y como era de esperar nada sorprende a los tertulianos profesionales.
La crisis, el estallido de la burbuja inmobiliaria, era algo que estaba allí. Por supuesto, nadie hace mención al discurso dominante en favor de la locura, de la avaricia y otros cuantos pecados capitales. Simplemente, se recuperan viejos articulos esquinados, las palabras de personajes cuyo discurso nadie, por aquel entonces, cuando nos vendiamos los unos a los otros las cosas por diez mil veces su valor, tomaba en serio.
El cuarto poder es un poder y, como tal, no puede equivocarse.
Los mismos que jamás cuestionaron aquel estados de las cosas cuando funcionaba, ahora construyen un discurso a diez mil kilómetros de la sorpresa, centrado en el conocimiento absoluto de que lo está sucediendo era algo esperado.
Por encima de lo que en cada momento digan, necesitan legitimarse como opinadores profesionales.
La veracidad por encima de la verdad... suponiendo que ésta haya existido alguna vez y no sea uno de esos cuentos que a los adultos nos cuentan, o nos contamos, para por las noches poder conciliar el sueño.
El gran teatro del mundo jamás baja el telón.
Sobre sus tablas, el animal humano pone por obra la ilusión de que puede dejar de serlo, pero, en el fondo, emociones y necesidades más básicas nos mueven. Y sólo cuando, cada día, esas basicidad está satisfecha tenemos tiempo para construir una imagen mucho más decentes de nosotros mismos... que quizá hayamos mentido, que quizá hayamos robado, que quizá nos hayamos callado los inconvenientes de nuestra burbuja inmobiliaria sólo por ir a favor de la corriente.

1 comentario:

  1. Anónimo7:44 p. m.

    Regreso a la civilización, pero sigo sin noticias (no de dios, sino tuyas...)
    Tal vez el mundo es aún más dolorosamente áspero de lo que creemos. Más de lo que yo creía cuando era feliz e indocumentada, cuando aún era cándida como Eréndira y pensaba que en el amor no había demonios(tú me entiendes ¿a qué si?)
    En las expectativas frustradas nos queda el consuelo de las palabras, de los libros y las películas imborrables.
    Mi mail sigue esperando unas lineas tuyas: ldaza@hotmail.es

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