domingo, octubre 26, 2008

ALUCINACIÓN

La eternidad del mar no tardará en engullir
la pequeña isla de su tiempo.
Abre los brazos,
las pequeñas olas le acarician los pies descalzos
como un cariñoso anticipo de esperanza.
Todos sus recuerdos le acompañan,
bailan y cantan su propia canción
alrededor de una hoguera en la que arden sus propios huesos,
su propia carne,
sus propios miembros
mientras el horizonte permanece intacto,
inaccesible y recto.
El abrazo de la gran ola aún no ha llegado.
Impaciente espera su venida,
con maneras de enamorado.

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