viernes, noviembre 07, 2008

VANIA EN LA CALLE 42

La última película del cineasta francés Louis Malle es, en realidad, un viaje.

Del mismo modo que Alicia atraviesa el espejo, Malle se propone atravesar la cuarta pared que separa simbólicamente, en el teatro, a los actores de su público. En apenas un segundo, la cámara pasa de filmar el entorno del ensayo a convertirse en un habitante más del escenario en que la compañía de André Gregory ensaya/representa el "Tio Vania" del gran Anton Chejov.

El espacio teatral se descompone en planos cinematográficos que dinamizan la potente expresión que los actores llevan a cabo del texto de Chejov.

En este sentido, "Vania en la calle 42" es un rotundo éxito.

Invisible, la cámara parece grabar todo lo que sucede en el escenario, pero aún va más allá. No se detiene en el momento en que la obra cesa, se interrumpe por diferentes motivos.

El escenario es mucho más grande y abarca a los propios actores, a su director quién, actuando como tal, puntúa la obra y la gobierna en su desarrollo haciendo las introducciones correspondientes a los sucesivos actos.

"Vania en la calle 42" es un experimento narrativo complejo, interesante en su intento de filmar la delgada línea que separa la realidad de la representación. Es memorable a este respecto el hecho de que la obra empiece casi sin que nos demos cuenta. Una palabra termina, comienza otra y esta segunda ya forma parte de la obra. Hemos pasado de la realidad a la representación sin saberlo. La conversación entre los dos actores no se ha detenido. Ha continuado, adoptando repentinamente otro cariz, como si la obra surgiera naturalmente de la propia realidad, como si formara parte de los propios actores...

Fascinante y pasmoso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario