sábado, enero 17, 2009

LA FAMILIA SAVAGE

Wendy (Laura Linney) y John Savage (Phillip Seymour Hoffman) se ven obligados a hacerse cargo de un padre que les abandonó y que tiene una salud precaria. La necesidad de asumir esa responsabilidad les obligará a volver a retomar los pedazos rotos de lo que fue su núcleo familar y a descubrir que hay alguna otra cosa rota más... la propia vida de cada uno de ellos.

El regreso a sus vidas del padre, que siempre será un misterio para los dos, disipa la adormecedora neblina de la vida cotidiana en que cada uno de los dos se había envuelto descubriéndoles una desoladora realidad de fracaso y desorientación, una realidad que es la inevitable consecuencia del lento proceso de deterioro del joven emprendedor y soñador que una vez fueron. 

Escribe Vladimir Jankelevich en su libro "La mala conciencia" que la alegría "surge cuando el alma desolada puede enfrentarse de nuevo con un futuro, es decir, cuando se le abre el horizonte existencial" y en este sentido "La familia Savage" es una pequeña descripción de lo que es y significa sentir la tristeza.

Ambos hermanos descubren que el horizonte existencial contra el que sus figuras se destacan apenas existe ya. Sus vidas han ido desmoronándose poco a poco, a su alrededor, sin que ellos terminaran de ser plenamente conscientes de lo que en realidad les estaba sucediendo. Les fue más fácil dejarse llevar por la rutina de una vida cotidiana construida a medida, una rutina que en realidad fue una jaula en la que los colores y el canto del esperanzado joven que fueron terminaron ahogándose.

El regreso del padre será el agente catalizador que les descubrirá el propio fracaso personal y, en este sentido, la película es una minuciosa y sobrecogedora descripción de ese descubrimiento, especialmente en la piel y carne de una Wendy maravillosamente interpretado por Laura Linney. Pero también de lo que significa seguir adelante, perseverar y sobreponerse, en un espléndido final que demuestra que en la esperanza y la alegría jamás hay sitio para uno sólo.

Triste, hermosa y espléndida.

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