miércoles, abril 15, 2009

EVENING

Tengo que confesar que "Evening" tiene un punto conmovedor que evita que la deseche completamente. Esta conmoción viene de la mano del trabajo de grandes actrices (principalmente), sobre todo Vanesa Redgreave (que cada vez se parece más a su padre, Sir Michael) que consiguen que dialogos relativamente tópicos, basados en un Reader's Digest sentimental y metafísico, consigan más profundidad y calado del que realmente tienen. 

De otro modo, "Evening" discurriría por el convencional camino del lugar común, la melancólica y tópica mirada hacia atrás.

El recuerdo de instantes inolvidables que marcan una vida y que, en el término de ésta, regresan como fantasmas para poblar los instantes de agonía de la protagonista con sus espléndidas presencias de promesas ya perdidas.

Quién quiera percibir la diferencia entre la mirada tópica de Susan Minot y una mirada más diferente, más especial, que vea la película y luego lea "Las olas" de Virginia Woolf o "Garden Party" de Katherine Mansfield. Dos historias a las que, aún no acierto a saber por qué, esta película ligeramente me huele. Quizá porque a ellas busca parecerse, buscando anclar en esa memoria una pretensión de obra de arte que en absoluto tiene.

Constantemente, "Evening" flirtea con temas emocionantes y esenciales, cuyo contacto hace que los mejores poetas escriban sus mejores versos, pero constantemente, también, no termina de ofrecer lo que promete... autenticidad.

El lugar de "Evening" es el cliché de los géneros.

Del mismo modo que hay películas de acción, hay melodramas lacrimógenos en los que constantemente se pronuncian palabras como "vida", "amor", "memoria", "remordimiento", "Felicidad" o "paz". Como si se tratara de un tablero de scrabble los guionistas las meten en un cubilete, las agitan y las lanzan sobre la mesa, ante nuestros ojos.

Como si ya no supieramos que hay recuerdos que nos duelen de maravillosos instantes no culminados o que la toma de una decisión siempre es una salto en el vacío.

La comodidad de las mismas lágrimas de siempre.

3 comentarios:

  1. El Marqués de Portugal Este11:05 a. m.

    Uno siempre puede confiar en un tópico.

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  2. Anónimo12:50 a. m.

    Pues a mi me gustó eso de que "al final nada importa"...

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