sábado, mayo 16, 2009

ANGELES Y DEMONIOS

Al tratarse de un lenguaje basado en la yuxtaposición de imágenes, el cine puede tener su interés en el significado que el espectador deduce de esa sucesión y/o en el contenido que esas imágenes muestran. Y si nos centramos en este último aspecto, ese interes puede estar en el significado de esas imágenes, siempre asociado a una historia, o simplemente en el interés que tienen esas imágenes por si mismas, por el interés que tienen para los ojos que las contemplan al mostrar aspectos de una realidad que por cualquier motivo, confesable o no, nos resulta atractiva.

Debo decir que el principal atractivo que para mi ha tenido "Angeles y demonios" es la sensación de estar metiendo la cabeza por debajo de las faldas de El Vaticano. No se hasta que punto será todo real, pero lo cierto es que "Angeles y demonios" ha complacido al cotilla que llevo dentro.

Entrar en un cónclave y conocer su funcionamiento, pasear los marmóreos y lujosos pasillos de la residencia papal, husmear en las grutas ocultas bajo la iglesia de San Pedro o en los ultramodernos archivos secretos de la iglesia, asistir al entierro de un papa, ... Lo confieso. Todo eso me ha molado y ha permitido que la absurda ginkana que Robert Langdon, su protagonista, juega por todas las iglesias de Roma no me irrite más de lo necesario. 

Colombo habría tardado menos en descubrirlo todo. Le hubiera bastado una conversación de diez minutos con el malvado.

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