jueves, mayo 07, 2009













SEMIFINAL

Los grandes entrenadores también deben saber motivar a sus jugadores.

No soy antropólogo, pero, seguramente, en el origen del deporte está la canalización de la violencia intrínseca a toda sociedad por mecanismos y caminos que permitieran continuar con la altruista construcción de ese grupo vehiculizando los inevitables roces y fricciones entre egoismos. Por eso, el deporte y la violencia siempre están demasiado cerca. Todos los que hacemos deporte a un nivel u otro sabemos que siempre hay un componente de lucha, de enfrentamiento con el otro en busca de su superación y de la consiguiente victoria. Juegues a lo que juegues, siempre encontrarás enfrente de ti a un rival al que debes superar por fuerza, habilidad y carácter, o por una combinación exitosa de cualquiera de esos tres aspectos.

Y para la lucha siempre es importante la motivación, la arenga del general a sus soldados como la oración funebre que Pericles dedicó a los atenienses caídos que el historiador Tucidides decidió contarnos en su "Historia de la Guerra del Peloponeso". Salvando las distancias, un entrenador tiene ese componente aglutinador y motivador de las voluntades tanto por sus acciones como por sus palabras. Y en ese sentido, el futbol está lleno de grandes entrenadores con grandes discursos en el momento de la arenga final.

Las palabras de Guardiola a sus chicos antes de comenzar la segunda parte de una semifinal que perdían por un gol pasará a la historía, por lo menos a la mía.

Tenemos que ser fieles a nosotros mismos. Tenemos que seguir jugando, tocando, asociándonos, ... Si no ganamos es que no estaba escrito que hoy debiéramos ganar. Pero si lo hacemos, lo habremos hecho porque hemos creído en nosotros mismos hasta el final....

Guardiola es un gran tipo.

Siempre tiene grandes palabras y éso es porque tiene grandes cosas en la cabeza.

No hay más que ver a su equipo sobre el campo.

Los pequeños siguieron tocando y tocando, asociándose y asociándose, intentando escalar el Himalaya muscular de los jugadores del Chelsea. Parecía que no... pero, en el último minuto del último instante, el trallazo de Iniesta.

El gol soñado entrando imparable por la escuadra.

El éxtasis del gol, de haber podido... La magia emergiendo como la espuma de un oceáno de sudor, voluntad y esfuerzo.

Pero también la lección moral, el ejemplo para la vida, que tan grande hace al deporte.

Enhorabuena Barcelona!

2 comentarios:

  1. Anónimo12:07 p. m.

    E que palabras ha dito a el árbitro? foi una vergonha! $ penaltis por marcar!!!!

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  2. ¡jajajajjaja!
    Me niego a hablar de los árbitros. Siempre es un debate de sumar, restar, multiplicar y dividir. Me quitan o me dan.

    Y además, y con independencia de los errores arbitrales, que los hubo, el Chelsea cometió errores que, de no haberlos cometido, le hubieran permitido clasificarse.
    Sus jugadores fallaron varios uno contra uno claros ante el portero y cuando estaban con uno mas siguieron encerrados y no intentaron tocar un poco más el balón.

    Todo el mundo falla (y acierta) en un partido de futbol.
    No sólo el árbitro.

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