lunes, junio 29, 2009

Como un indeseado visitante que abre puertas y ventanas,
que indiscreto revuelve los cajones
y despierta todos los silencios
que ahora aletean enloquecidos
en bandadas de asustadas alas polvorientas
por los rincones más oscuros,
los lugares más perdidos y alejados de la vieja casa,
sucede imparable el viento
para despertar la memoria de los ausentes
que, como transparente humo,
vaga de habitación en habitación
en busca de algún pedazo de carne,
de alguna gota de sangre
que pueda recordarla.

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