martes, septiembre 01, 2009

Recogiendo con gran esfuerzo
los pedazos más aceptables y comestibles de los días,
para reunirlos sobre la mesa,
al anochecer
y contemplarlos todos juntos,
en desordenado montón,
mientras pacientemente esperamos
que la ausencia nuestra de cada día
vuelva, puntual e irremediablemente,
a darse hoy.

Corriendo,
como perseguidos por los relojes.

No queriendo llegar tarde a ninguna parte...
(quizá por evitar descubrir que,
en todas ellas, la prevista mecánica de las cosas
puede empezar puntualmente sin nosotros.)

Rodeados de espejismos...
(y el primero y principal de todos ellos
es aquel que no se atreve a mirarnos
desde el otro lado del espejo.)

Desesperadamente insulares,
persiguiendo sombras,
sin saber exactamente,
probablemente intuyendo.


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