lunes, noviembre 09, 2009

OFF THE BLACK

Es algo que nos asusta cuando lo pensamos, pero las cosas pueden irnos mal o, como mínimo, no tan bien como habíamos imaginado.

Con el paso del tiempo sobre nuestros cuerpos y nuestros espíritus, la vida (que no es otra cosa que ese pasar) pone en valor nuestras aspiraciones e intenciones iniciales. En algunas ocasiones la comparación entre esa juventud donde todo era posible y nada resultaba estar lo suficientemente lejos de nuestro poderoso brazo y la realidad del reflejo que nos devuelve el mejor de nuestros espejos un día cualquiera resulta insoportablemente odiosa.

"Off the black" nos habla de las consecuencias de haber visto ese reflejo y lo hace de una manera emocionante y tranquila, sin grandilocuencias melodramáticas, aspecto que es uno de sus principales atractivos ya que la historia muy fácilmente podría haber caído por las desencajadas pendientes del melodrama al uso.

Ray Cook (un Nick Nolte sobrado) es un amargado y desencantado árbitro de beisbol cuya solitaria vida se cruza con la de David Tibbel (Trevor Morgan), un adolescente jugador de beisbol que se cree perjudicado gravemente por una decisión de Cook. Las circunstancias harán que Cook le pida a Tibbel que se haga pasar por su hijo en una reunión anual de antiguos alumnos.

Poco a poco Tibbel conocerá y comprenderá el fracaso de Cook y verá en él un posible retrato futuro de su triste y depresivo padre (un desgarrador Timothy Hutton) cuyo corazón está roto tras divorciarse de su madre.

"Off the black" es suave, melancólica y agridulce como un buen bossanova, uno de esos que no queda más remedio que escuchar cuando llega la mañana, el carnaval ha terminado y la vida nos apremia con su mil y una exigencias y facturas.

La historia nos habla de todos aquellos que tiran la toalla y se abrazan a su fracaso porque es la única sonrisa que encuentran al levantarse por las mañanas. Y se sitúa al borde de esa línea de sombra que, de cuando en cuando, algunas vidas cruzan para no regresar nunca más. Nos abre un agujero para que, con la mirada de Tibbel, podamos asomarnos al abismo de la abandonada y terminada vida de Ray Cook y podamos sacar una conclusión sobre las causas de su catástrofe que, como no puede ser de otra forma, tienen que ver con él, con su modo de vivir la vida.

No siempre es el triunfo quién nos aguarda.

No siempre es hermoso el rostro de nuestro destino cuando se nos revela.

Emocionante.

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