viernes, diciembre 11, 2009














EL BUEN ALEMÁN

Tras la revisión de esta película de Steven Sodervergh, mi punto de vista no ha cambiado.

Como explicarlo... Ver "El buen alemán" me provoca las mismas sensaciones que escuchar a un guitarrista flamenco japonés arrancándose por seguidillas. Virtuosismo técnico, perfecta repetición de las notas en el ritmo y medida requeridos, pero sin encanto y duende.

"El buen alemán" consigue reproducir las maneras de un melodrama postbélico de la década de los 40 o 50 del siglo pasado, pero se queda en esa mera reproducción, en la pura forma, como un imitador que es capaz de reproducir la voz del poeta pero, y como no podía ser de otra forma, es incapaz de componer un verso nuevo.

Una vez superado el efecto sorpresa que genera la perfecta imitación, el espectador se queda a solas con la historia y ésta se muestra incapaz de interesar al espectador por sí misma.

Y el argumento resulta demasiado esquemático, a veces confuso y atropellado y uno tiene la impresión de que su desarrollo no está a la altura de los propósitos iniciales: un relato cruel supervivencia en la que las necesidades materiales y básicas no dejan lugar a otros planteamientos sentimentales o personales que palidecen ante la necesidad de continuar sobreviviendo.

En este sentido, la historia dibuja el enrevesado camino que el corresponsal de guerra, Jakob Geismar (George Clooney), realiza en busca de la mujer que ama, Lena Brandt (Cate Blanchett), y de algo que resultará más importante: su verdad de superviviente.

La carne y la sangre de la historia está ahí. Y la película se demora demasiado en llegar hasta esas causas ultimas por lo que termina primando en la mirada del espectador el frío ejercicio de imitación sobre las emociones que Lena puede vehiculizar con su mirada cansada y su fumar abstraído.

El novelista Graham Greene era un maestro en acceder a esas esencias recurriendo a estructuras relativamente complejas de búsqueda e investigación y está claro que los autores de "El buen alemán" no tienen el talento de Greene.

Sin tener claro cuál es su objetivo, "El Buen Alemán" quiere contar demasiadas cosas. Ofrece demasiadas perspectivas y en demasiadas ocasiones lo que debiera ser el fondo de la trama, la compleja realidad política de Berlín en plena Conferencia de Postdam, pasa a primer plano para convertirse en protagonista. Como si la pelicula vampirizar el contexto para adquirir una justificación y una trascendencia que, creo, no necesita.

Fallida.

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