domingo, marzo 07, 2010

LOS HOMBRES QUE MIRABAN FIJAMENTE A LAS CABRAS

No voy a entrar en la pretensión que esta historia tiene de estar basada en hechos reales.

En algún momento de mi vida me recuerdo leyendo algún libro que incluía la noticia de experimentos llevados a cabo por norteamericanos y soviéticos al respecto de la posibilidad de usar las presuntas posibilidades que permite la presunta -también- cualidad de la telepatía, especialmente la de saber a distancia...

De ser ciertos lo único que demuestran esos experimentos es, a mi entender, que durante la guerra fría hubo dinero para todo... pero para todo....Aunque estoy seguro de que mucho éxito no debieron tener porque los norteamericanos aún no han podido encontrar a Bin Laden

No me despisto...

En la línea hilarante, ácida y contracultural de las historias del escritor norteamericano Kurt Vonnegut, "Los hombres que miraban fijamente a las cabras" es una comedia que basa toda su apuesta en el tratamiento realista del delirio y la astracanada. Y la apuesta funciona de forma relativa, con momentos buenos y no tan buenos, hasta que llega el momento de resolver, entonces la historia deriva a un inane relato de buenos y malos que el espectador ve suceder como quién escucha llover.

En cualquier caso, "Los hombres que miraban fijamente a las cabras" consigue hacer reír presentando una serie de personajes perdidos cada uno de ellos en su propio y personal delirante laberinto, laberintos vividos con una dramática seriedad que en ciertos momentos resulta hilarante.

Lastima que no haya una propuesta como tal que de consistencia a la primera mitad de la historia, en la que siguiendo al periodista Bob Wilton (Ewan MacGregor) y una vez conocidas las razones que llevan a viajar a Oriente Medio, aquel traba conocimiento con el absurdo Lyn Cassidy (George Clooney), su absurda misión y la no menos absurda historia de una unidad especial del ejército de los Estados Unidos cuya especialidad es el esperpéntico contrasentido de usar la paz para hacer la guerra.

Y la película amaga en algún momento con ofrecer algo más interesante que el trazo grueso de la astracanada, pero no termina de dar ese planteamiento que confiera a la historia el valor añadido que parece precisar con su apariencia alternativa y contracultural. Hubiera estado bien que la línea que se dibuja con el secuestro de Bob y Lynn por parte de unos iraquíes, secuestro que conduce a su liberación por una turbia unidad de mercenarios que termina montando un incidente en una gasolinera, hubiese tenido más continuidad y profundidad. Porque para mi gusto el corazón de la historia está en la sorpresa de los iraquíes que parecen verse sumidos de forma inevitable y resignada en la locura de los norteamericanos. Y esa desangelada y desesperada sorpresa de victimas desaparece demasiado pronto.

La historia está más obsesionada en seguir a Lynn y su misión olvidando el lugar donde se produce y los efectos que tiene desperdiciando la posibilidad de usar a los iraquíes para convertirles en el contexto de cordura donde sucede una locura que les convierte en víctimas. De ahí, la historia habría sacado el poder que no tiene y cuya ausencia la relega a la condición de pasatiempo intrascedente, algo que contradice la naturaleza de los mimbres con los que el argumento está construido.

Entretenida... no siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario