sábado, mayo 15, 2010

"Y es que acabó el partido y, que cosas, medio estadio se echó a llorar y el otro medio puso cara de circunstancias de flemático perdedor hermético. Los que se echaron a llorar, naturalmente, fueron los que ganaron, confirmando una vez más que esto del Atleti es distinto a todo. Porque el pitido final coincidió con un llanto general, un llanto precioso y alegre y profundo, con abrazos largos y ojos llorosos, con miradas al cielo, solos todos entre la grada repleta, recordando a los que se habrían alegrado tantísimo en ese momento pero ya no están y a los que, por haberse quedado en Madrid, no estaban allí para llorar con el resto. Los numerosos aficionados del Hamburgo que poblaban las gradas miraban atónitos a una masa que había pasado el día cantando y bailando y, ahora que había conseguido aquello que venía a celebrar, se echaba a llorar desconsolada. Lloró la afición de alegría, que no es algo de lo que pueda presumir mucha gente, y el llanto se llevó los recuerdos de Lyon, de Bruselas, de Sevilla, Zaragoza y Valencia."
(Crónica del día que nos merecíamos, El rojo y el blanco)

Maravilloso...

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