jueves, agosto 12, 2010

Todo era más sencillo antes,
cuando las cosas sucedían de forma atropellada,
casi siempre por primera vez
(si es que no es le escapaban intactas,
de entre las manos, dispuestas a volver).
De un tiempo a esta parte,
no sabría decir desde cuando,
la sorpresa se ha vuelto esquiva.
Su explosivo y luminoso encuentro
se ha hecho escaso, más difícil.
Ahora, y por encima de todo, percibe pautas.
Los secretos fundamentos de su alegría,
y también de su tristeza, ya no son tales,
transparentan o traslucen su mecánica,
como si la bendición de lo inesperado
poco a poco le hubiera sido arrebatada
y ya sólo le restase el recalcitrante empeño en su propia espera
mientras bucea en las profundidades de los espejos
en busca del esquivo tesoro de los reflejos perdidos.

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