miércoles, septiembre 15, 2010

Ha pasado el tiempo suficiente.
Las visitas se han reducido.
Ya sólo quedamos mi fracaso y yo, los mismos viejos compañeros de siempre y es el momento de trazar una línea, de empezar un nuevo.
Y una de las grandes ventajas de trazar una línea es la definición de los espacios que acarrea su mera aparición... Es sencillo. Lo que queda a un lado debe ser el pasado y lo que hay delante, una vez que se pasa sobre ella, debe ser el futuro. Tiene que serlo... aunque sólo sea porque la línea está ahí, dividiendo lo que en un principio parece igual.
El mundo sigue siendo áspero.
Nunca dejará de serlo.
Pero ahora hay un pasado y un futuro.
Y quién les escribe sigue estando aquí, con el cansancio invariablemente aumentado en una unidad de hastío con cada presente que pasa, y su inseparable fracaso enredado en los pies con maneras silenciosas de gato persa.
Ahora duerme.
Le escucho respirar.
Le siento soñar mis desasosiegos de mañana, los que de manera puntual me infringe esa insaciable capacidad para la esperanza infundada, para el sueño a ojos abiertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario