lunes, octubre 04, 2010

DERSU UZALA

Si uno lo mira bien, el cine de Akira Kurosawa es un cine terrible, constantemente enfrenta al hombre contra lo absurdo de la existencia y entiendo por "absurdo" la distancia que a veces las cosas y su estado guardan con respecto a nuestra necesidad intrínseca de encontrar un sentido.

No en vano el maestro japonés encontró en William Shakespeare un espejo donde reflejarse, centrando ese reflejo en esa frase que el maestro inglés repite dos veces, escribo de memoria (y seguro que me equivocaré), una en su "Rey Lear" y otra en "Macbeth". Esa que dice que la vida es un relato sin sentido contado por un loco lleno de ira.

Y puedo entender que Kurosawa se encontrase a si mismo, se viese reflejado en este relato autobiográfico del explorador ruso Vladimir Arseniev quién a principios del pasado siglo recorriese arriba y abajo por la inmensa taiga siberiana, en una época difícil de su vida. Viejo, arruinado, con un intento de suicidio a sus espaldas y con dificultades para retornar al mundo de cine (por edad y capacidad de financiación), puedo entender que Kurosawa abandonase su Japón natal y se embarcase en una coproducción con la Rusia soviética. Seguramente el viejo cineasta japonés viera algo de sí mismo, de su destino en el viaje de Dersu Uzala, el protagonista, hacia la decrepitud desde la vejez.

Es cierto que es una historia de amistad, pero, y por encima de todo, "Dersu Uzala" es un relato descarnado sobre lo que hay más allá de la vejez y que tiene que ver con la pérdida de control, con la incapacidad para continuar con la costumbre de continuar viviendo como si no hubiese cuerpo al que remitirse, con esos terribles prolegómenos en lo que lo inevitable empieza a manifestarse, a definirse como una realidad más allá de la cual ningún futuro es posible.

La emocionante amistad de Dersu y Arseniev nada podrá hacer para evitarlo.

"Dersu Uzala" es un intenso y sobrecogedor paseo bajo el inclemente sol de lo inevitable.




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