domingo, octubre 24, 2010
















THE SOLOIST

Basada en hechos reales, "The soloist" es una magnífica historia que cuenta la relación de amistad entre Steve Lopez (Robert Downey jr.), un periodista de Los Angeles Times, y Nathaniel Ayers (Jamie Foxx), un superdotado músico esquizofrénico que vive en la indigencia por las calles y parques de la ciudad de Los Angeles.

Para mi gusto, la película tiene tres grandes atractivos.

Por un lado, el modo absoluta y desangradamente loco con el que Ayers vive su relación con al música. La intensidad de su pasión es intensa, calcinante. Nada hay más importante. Ayers parece un árbol constantemente a la espera de que la brisa de la música le roce, le atraviese haciendo que se muevan las ramas de los diferentes instrumentos que toca.

En la obsesiva persecución de esa pasión Ayers termina despeñándose por el precipicio de la realidad, viviendo al margen del mundo de la vida cotidiana convertido en uno de los setenta mil vagabundos que habitan las calles de Los Angeles.

Y es allí donde López le encuentra siguiendo el delgado y áureo hilo de su música una mañana en la que su mente está abierta y a la búsqueda de nuevas ideas con las que escribir nuevos artículos para su columna.

Este encuentro fortuito nos lleva al segundo aspecto que encuentro más interesante de esta hermosa película: el modo en que se relacionan López y Ayers.

La historia propone una visión del mundo, de la ciudad, en progresiva deshumanización que se manifiesta entre otras cosas en el modo en que las personas se relacionan las unas con la sotras: casi siempre desde la utilidad, casi nunca desde el acercamiento sincero y abierto. Incluso, al principio, hay un veterano periodista que comenta que, en realidad, la gente ya no se interesa por nada.

Este es para mí el centro de la historia: el modo en que se fragua la difícil relación entre López y Ayers.

En un principio, Ayers será una entrada más en su lista de posibles ideas para artículos, una última entrada que sólo se decidirá a explotar cuando el resto de posibilidades aparezcan tachadas. En este sentido, López se interesará por Ayers desde la utilidad, desde la necesidad, buscando el grado de implicación/preocupación suficiente como para que el objetivo pueda ser cumplido. Pero, poco a poco, la intensa complejidad de Ayers hará imposible una aproximación controlada. El vagabundo demandará de él una implicaicón más profunda que, en un principio, Ayers no estará dispuesto a dar.

De pronto, López se convertirá en el asidero que el vagabundo ha encontrado en su caída libre por el barranco de la realidad y esta nueva situación demandará de él una responsabilidad, un sacrificio que implican una relación tan directa y tan verdadera como la que Ayers tiene con la música.

Y es esta confusión de López cuando la autenticidad está llamando a la puerta de su coraza personal uno de los más aspectos más interesantes de la película. Ya que, y como hombre de su tiempo, no está acostumbrado a relacionarse así.

El tercer aspecto tiene que ver con el soberbio trabajo de Foxx y Downey jr, dos grandísimos actores capaces de dotar a sus personajes de una intensidad profundidad que no sólo descansa en su capacidad para lo verbal sino en su inmenso talento para lo no verbal, las miradas y gestos que iluminan con verdad a sus dos personajes.

Para muestra esta hermosa y memorable escena que expresa con precisión la relación líbre y aérea de Ayers con la música y en la que también brilla la música de Dario Marianelli... la mirada final de Robert Downey jr, vale más que un millón de palabras.

Magnífica y emocionante película.




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