sábado, noviembre 27, 2010

A fuerza de no cerrar los ojos
cuando le llegaba el sueño,
descubre que se ha vuelto
demasiado transparente,
de una forma nada moderada incierto.
Nada le devuelve el espejo
convertido en una mano aérea
que se extiende vacía
para apagarle un cigarrillo
en el mismo centro del pecho.

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