sábado, enero 29, 2011

"Desde cualquier óptica parece una situación absurda y aberrante. Todas las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria las paga el cliente y el banco sale inmaculado gracias a que los ciudadanos responden con todos sus bienes, según la legislación española. Lo que dice la ley -que CIU ha intentado cambiar sin éxito- es que solo el cliente comete errores y paga por ello, pero la entidad (cualquiera que sea, porque la mayoría actúan igual) no tiene ninguna responsabilidad. ¿Alguien puede pensarlo? El oficio de banquero se caracteriza por la prudencia, el conocimiento del mercado y la valoración de los riesgos. Cobran por ello. ¿Se ha actuado correctamente? La negligencia y la codicia son algunas de las razones que explican esta crisis.
El Banco de España alertó de que se estaba calentando el ladrillo desde 2006, pero se quedó ahí. No penalizó los préstamos por el 100% de la tasación, ni los de promotores o hipotecas basura. No cabe duda de que el ciudadano, mayor de edad y responsable de sus actos, debía saber lo que hacía. Pero algo grave ha fallado en el sistema financiero cuando se ha alimentado una burbuja en la que los pisos subían un 100% mientras los sueldos se incrementaban un 25%. Incluso el suelo se revalorizó un 500% entre 1997 y 2007."
(La banca siempre gana, Iñigo Barrón)

Interesante artículo.
Se incide mucho sobre la responsabilidad del individuo que firma la hipoteca y es cierto. Es responsable porque firma. Nadie le obliga... ¿O si?
La base ideológica de nuestras democracias occidentales tiene en el concepto de individuo una de sus bases. El individuo que reflexiona, que decide, que juzga, que valora, que decide la mejor opción para maximizar sus beneficios. El individuo que se organiza en una sociedad civil, que genera la opinión pública...
Y quizá en ningún momento como ahora el verdadero individuo ha estado más lejos de ese concepto que, sin embargo, es uno de los pilares de nuestra sociedad.
El debate sobre esa responsabilidad es capital para analizar los males de nuestro tiempo. La distancia entre deber ser y ser nunca ha sido tanta, especialmente es enorme la distancia que separa al individuo conceptual sobre el que se basa nuestro ordenamientos jurídico, económico y político del individuo real.
¿Y si descubriéramos que los individuos están perdiendo la capacidad para la responsabilidad individual?
Sería interesante investigar por qué las personas firmaron esas hipotecas, las razones o sin razones que les llevaron a hacerlo.
Estoy convencido de que esos resultados nos ofrecerían un retrato nada halagüeño de esta sociedad en la que vivimos que está encantada de conocerse, que vive ahogada en la imagen deformada que tiene de sí misma.
Estoy seguro de que casi siempre fueron sinrazones.

¿Dónde está ese individuo del que se habla?
Yo no lo veo.
Sólo veo masa.

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