lunes, enero 10, 2011












Dice César Alonso de los Ríos:
"En cuanto al PP, ¿qué es ideológicamente? Está dejando un hueco enorme en relación con los valores tradicionales, religiosos y culturales."
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Si me tomo en serio todo su discurso y construyo la imagen tan tremenda que transmiten del gobierno socialista, de sus capacidades, actitudes y aptitudes... Si me tomo en serio la descripción que hacen de la situación global del país... No puedo entender que estén esperando, que no hagan lo poco que les permite hacer la constitución para cambiar las cosas, por ejemplo presentar aquella moción de censura aunque fueran a perderla. Un verdadero patriota no esperaría. No podría soportar esperar y se la jugaría.
La liaría.

Conclusión...
Hay contradicción entre lo que se dice y lo que se hace.
Hay cálculo.
Hay política... por encima de todo.

Pero... La situación no debe ser tan terrible y, si lo es, de tan patriota que se aparenta ser, no entiendo cómo se soporta, cómo no se hace algo que no sea hablar, esperar los ritmos y los tiempos.

Y si no se soporta porque se teme por el país, y se habla de tiempo perdido para criticar al adversario no comprendo cómo no existe algún intento desesperado que implique exponerse, que implique algún riesgo y que sitúe el debate político más allá de lo previsible y de lo políticamente correcto...

Sólo un gesto que implique valor, decir no a la cara del poderoso persa.

Incapaz, confuso y borracho, en medio de la tormenta, el capitán pone rumbo a los acantilados. Son las diez de la noche. Cuando sean las doce, el barco cambiará de mando. El nuevo capitán está en el puente, sabe hacia dónde se dirige el barco, lo dice, critica la decisión, es consciente de sus potenciales efectos desastrosos, pero no hace nada concreto ni real para evitarlo.
Prefiere esperar a media noche.
No es un hombre de acción.
Ya tiene un culpable.
Sabe perfectamente que es la única esperanza y cuánto más tiempo pase, y más sufran tripulación y pasaje, más empeñarán lo que queda de su ilusión por salvarse en necesitarle.

Sólo hay que verle para intuir que nada bueno puede tampoco ser esperado de él.
Su actitud le precede.

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