martes, febrero 08, 2011

CONVERSACIONES CON MI JARDINERO

Desde Renoir hasta Rohmer, pasando por Louis Malle, el cine francés tiene una relación de inmenso amor con la naturaleza.

"Un domingo en el campo", "Milou en Mayo" o "Cuento de Otoño"... Casi siempre, en ellas, el campo se trata de un lugar mágico, un escenario lleno de paz, luz y sol, en el que hombres y mujeres se sienten tranquilos, como regresados al seno materno, dispuestos para abrirse a otros como ellos en puro diálogo sobre grandes y pequeños temas.

"Conversaciones con mi jardinero" se inscribe claramente en este tronco creativo.

Un pintor veterano decide retirarse a la casa de su niñez. Allí se ve en la necesidad de contratar a un jardinero para que mantenga el jardín y le construya un huerto. El elegido será un viejo amigo de la infancia.

A lo largo de la película, jardinero y pintor, irán descubriéndose el uno al otro llegando a entablar una entrañable relación de amistad que será un hermoso puente erigido sobre la aparente distancia que separa a sus dos mundos.

Por encima de todo, "Conversaciones con mi jardinero" es una hermosa historia sobre la amistad, el diálogo y la comunicación. Entre ellos existe la posibilidad de la distancia desde varias perspectivas: campo y ciudad, obrero y burgués, culto y no culto... pero, y al final, ambos tienen la inmensa cualidad de saberse escuchar, de aceptarse. Enseguida las distancias se disuelven y ambos personajes encuentran el uno en el otro un lugar en el que descansar.

Tiene un aire mágico y muy recomendable "Conversaciones con mi jardinero".

De obligatoria visión.




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