miércoles, junio 15, 2011

Es un golpe bajo el que se da la sociedad civil a sí misma cuando califica como batasuno al movimiento de descontento social que, de forma inevitable y necesaria, está surgiendo por todo el país.
Se nos olvidan las razones que han llevado a este ajuste a la baja del estado del bienestar, las causas por las que los estados no tienen dinero y nos sobra tiempo para acusar a los indignados mientras nos falta para preguntarnos si esta crisis tienen que pagarla las personas como tú o como yo.
Está claro que el estado del bienestar existe... pero para los bancos, que han recibido una porrada de miles de millones de euros para tapar un agujero originado por la "inciativa privada", bancos que por cierto ahora no quieren tener nada que ver con el desastre griego, a menos que Alemania les obligue (cosa que es de justicia y que apoyo).
Y está claro que se tolera la protesta de salón, la indignación de mesa y mantel, pero en absoluto queremos ver manifestaciones evidentes del caos en que nuestras sociedades están cayendo. Y aparecen voces que prefieren la injusticia y lo disfuncional mientras genere la tranquilidad de un cierto orden establecido en el que ejecutar en paz el absurdo diario de cada uno. En definitiva, se quiere poder odiar los lunes con tranquilidad.
Se pide que la gente vaya al paro en silencio, que deje de pagar sus facturas sin rechistar, que siga los mecanismos habituales de calma cuando sea desahuciado, porque parece que hay otros que necesitan silencio, que están dudando trascendentalmente si elegir entre una camiseta de GAP o una de Zara...
Y el sistema les recompensará con el olvido y la marginación.
Los chicos verdaderamente buenos nunca tienen problemas, mientras... ya lo ves: los que se quejan son unos batasunos. Por algo será que les pasa lo que les pasa.
Metonímicamente les calificamos por los peores de ellos, para que triunfe el orden establecido.
Luego no nos quejemos.... un momento ¿Quejarnos? ¡Cómo!

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