jueves, junio 02, 2011

SACRIFICIO


Es una opción complicada la apuesta por la lentitud y la reflexión que caracteriza al cine del ruso Andrei Tarkovski. Completamente es la forma que de forma simétrica se corresponde con un fondo, el radical cuestionamiento a cuyo rigor, y desde el papel y la cámara, el cineasta ruso somete al mundo que le rodeó.

Filmado o escrito, Tarkovski reivindica una mayor espiritualidad en las personas y en la relación que éstas mantienen entre si y con el mundo que les rodea, una espiritualidad laica de raíces cristianas cuyo único propósito es cambiar la dirección de la búsqueda de sentido del sí mismo hacia los demás.

Ese ser humano perdido, alejado de lo más esencial de sí mismo, en la época de mayor abundancia material que el ser humano a conocido, sólo puede encontrar su verdadero sentido en la generosa y total entrega a los demás. Ese yo que constantemente se busca a sí mismo, que espera encontrarse en alguna parte de su interior es un ser perdido.

Escéptico, cínico, con la capacidad para la utopía violentamente amputada por el traumático y fracasado transcurso del  siglo XX, incitado por las necesidades sistémicas del siempre salvaje capitalismo ahora oculto bajo la amable máscara de la sociedad del bienestar y del consumo, el ser humano ha optado por un camino que no tiene final, optando por el egoísmo del ser.

Tarkovski entiende que gran parte de la creciente insatisfacción ontológica viene de la elección de un camino equivocado, que sólo sirve a las necesidades del sistema pero no a las del individuo, haciéndole renunciar al espíritu de la comunidad, a la subordinación del individuo a un colectivo que le respeta y proteje, convirtiendo a la sociedad en una sucesión de compartimientos estancos ocupados por individuos preocupados en una equívoca y siempre decepcionante actividad de ser en una soledad casi siempre acompañada.

En su última película, Tarkovski lleva sus ideas hasta el extremo en un cuento hermoso sobre un hombre bueno cuya bondad le lleva al mayor de los sacrificios. Alexander, el protagonista de "Sacrificio" es un héroe que lo dará todo a cambio de la posibilidad de volver atrás en el tiempo salvando así del desastre a aquellos que más quiere.

Un revolucionario que pone el bienestar de los otros por delante del suyo propio, porque la próxima revolución deberá suceder en el interior de las personas antes de salir a las calles.

No en vano dedica con esperanza su última obra a su hijo, siendo consciente de lo irremediable de su enfermedad pero también de la importancia para las futuras generaciones que quieran detenerse a escucharle de las imágenes y palabra que lega.

Hermosa y cierta.

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