lunes, agosto 15, 2011

EL CASO FAREWELL

"Farewell" es el nombre en clave con el que el coronel Sergei Grigoriev es bautizado por los servicios secretos occidentales que reciben sus informaciones.

"El caso Farewell" es una de esas historias basadas en hechos reales en las que la realidad parece superar a la ficción. El coronel Grigoriev existió y ocupó una posición estratégica dentro de la inteligencia soviética. En un momento determinado llega a la conclusión de que el sistema soviético está agotado y decide reventar desde dentro la esclerotizada estructura soviética suministrando información estratégica a los aliados occidentales.

Para ello utilizará medios no convencionales dentro del espionaje, recurrirá a un ejecutivo medio de la compañía Thomson destinado en Moscú cuyo jefe tiene lazos con el ministerio del interior francés... Un medio alejado de los lugares y personales sobre los que el contraespionaje soviético tenía puesto el foco.

La película es un mas que estimable relato de espionaje en cuyo centro brilla el personaje de Grigoriev, sus motivaciones más que altruistas ya que en ningún momento quiere dinero por unas informaciones que, según el mismo dice, no tiene precio. Su objetivo queda siempre claro junto con su defensa de los valores de la Revolución que dio lugar a la decadente y desnortada sociedad soviética en la que vive.

La historia con mayúsculas no ha seguido los derroteros que Grigoriev buscaba con su traición, pero de alguna manera este personaje encarna lo mejor del idealismo que dio lugar a tan fracasada aventura histórica, lo que le convierte en un fascinante personaje con el que de algún modo la propia revolución se pone fin utilizando el mismo idealismo que la vio nacer para dispararse en la cabeza.

En un momento determinado aparecen algunas secuencias de "El hombre que mató a Liberty Valance" de John Ford para establecer la sugerencia de un paralelismo entre Grigoriev y el Tom Doniphon, el verdadero héroe de una historia hecha posible por su sacrificio y que al mismo tiempo le relega a un lugar entre las sombras mientras sobre otros se concentra todas las palabras, toda la luz.

Es el destino de los heterodoxos.

Mención especial para el director serbio Emir Kusturica increíblemente capaz de dar vida a un inolvidable Grigoriev.

Brillante.






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