domingo, septiembre 04, 2011

Profesores

Como sucedió con los controladores, sucede ahora con los profesores de la enseñanza pública la difamación a través de la siniestra simplificación como arma contra la inteligencia.

 Y a continuación lo obvio... para los que no tienen ninguna duda y también para los que bajo ningún concepto están dispuesto a tenerla:

"Los profesores trabajamos 37.5 horas, como todos los funcionarios. 18 de esas horas las realizamos directamente en al aula (son lectivas) y las otras 19.5 las dedicamos a otras muchas tareas: guardias, recreos, bibliotecas, reuniones con el equipo de orientación, tutorías individualizadas, tutorías colectivas, tutorías con padres, reuniones de tutores, reuniones de departamentos, claustros, juntas de evaluación, actividades extraescolares, preparación de materiales, de textos, de exámenes, corrección de ejercicios, de trabajos... Pero, además de eso, cada hora lectiva requiere un proceso previo de preparación que, junto con la corrección y evaluación, los profesores también empleamos y necesitamos; y lo hacemos normalmente en casa, fuera de nuestro horario. No conozco a ningún profesor que, además de esas 37.5 horas que marca la normativa vigente, no le dedique al menos otra docena de horas a la semana en su domicilio o en el propio centro. Sin contar las horas que nos puede llevar cualquier actividad cultural adicional que realicemos con nuestros alumnos."
(Manifiesto de los docentes públicos de Madrid)

No voy a entrar en que efectivamente o no se deba repartir las horas de otra manera y dedicar demagógicamente dos horas mas a la educación efectiva (olvidando que la educación tiene un escenario pero también una imprescindible trastienda).

Lo preocupante es el modo en que el poder político se conduce para conseguir sus objetivos: la difamación de un colectivo que en cualquier caso ya trabaja esas dos horas... corrigiendo exámenes, vigilando en los patios, reuniéndose en claustros y juntas de evaluación, etc...

Mentira... una más.