martes, octubre 04, 2011

"Esta actitud japonesa ante los «sentimientos humanos» tiene varias consecuencias. Anula la filosofía occidental de las dos potencias, la carne y el espíritu, que luchan continuamente por la supremacía en la vida de todo hombre. Según la filosofía japonesa, la carne no es ningún mal. Disfrutar de los placeres que pueda ofrecer no es pecado. El espíritu y el cuerpo no son fuerzas opuestas del universo, y los japoneses llevan esta idea a su conclusión lógica: el mundo no es un campo de batalla entre el bien y el mal. Sir George Sansom escribe: «A través de su historia, los japoneses parecen haber conservado en alguna medida esta incapacidad de discernir el problema del mal, o quizá sea una aversión a enfrentarse con él». De hecho, lo han repudiado constantemente como manera de enfocar la vida. Creen que el hombre tiene dos almas, pero no las describe como los buenos impulsos que luchan con los malos. Existen el alma «apacible» y el alma «bronca», y hay ocasiones en la vida de todos los hombres —y de todas las naciones— en que se debe ser «apacible» y otras en que se debe ser «bronco». Sus almas no están destinadas al infierno una y al cielo otra. Ambas son necesarias y buenas según las ocasiones."
(El crisantemo y la espada, Ruth Benedict)