miércoles, octubre 05, 2011

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS

No tengo la menor duda de que José Coronado, poco a poco, película a película, ha acabado convirtiéndose en el actor cinematográfico por excelencia del panorama actual del cine español.

Sin él, sin su presencia oscura y magnética, no sería posible que esta "No habrá paz para los malvados" llegue tan alto como llega.

Del mismo modo que vacas sagradas de la escena cinematográfica como Russell Crowe, Coronado hace suyo con inteligencia y talento a Santos Trinidad, el descarriado protagonista de este "thriller", seguramente demasiado complejo, probablemente desequilibrado en su estructura. Una estructura en la que dos líneas narrativas, la investigación que del lado de la luz hace la jueza Chacón y la busqueda que en la oscuridad Trinidad realiza del testigo de uno más de sus fatales errores, se cruzan y entrecruzan casi siempre con habilidad, acumulando sobre el espectador la responsabilidad de llevar la cuenta.

"No habrá paz para los malvados" nos cuenta el largo viaje hacia lo más profundo de la noche de Santos Trinidad, un personaje descrito como oscuro, perdido en el propio laberinto y que ha llegado a convertir a la realidad en el escenario de su propio drama personal.

Me gustan esos personajes y me gustan las historias que suelen habitar, desesperados relatos contra el reloj en los que la redención suele ser el objetivo a conseguir, un objetivo por el que es necesario pagar un precio demasiado elevado, un precio que siempre se paga con gusto con tal de hacer que callen los chirridos que desesperadamente ladran dentro del alma de los protagonistas.

En este sentido, Urbizu cumple con los cánones del género, si bien no le habría hecho ningún mal a la película que las intriga no fuese tan complicada y que tuviese durante su desarrollo algún momento de acción que permitiese descargar parte de la energía acumulada en el crescendo en tensión que desde lo narrativo la investigación aporta a la trama.

"No habrá paz para los malvados" no es una película redonda... aunque José Coronado consigue el mágico efecto de que lo parezca mientras su talentosa presencia aparece en pantalla.