viernes, noviembre 25, 2011

BAD AS ME

Siete años después...

Se necesita tiempo para escuchar un disco de Tom Waits. Uno tiene que dejar pasar el tiempo y, lo que es más importante, que la música le atraviese como el viento atraviesa una arboleda.

No debe haber prisa jamás.

Los discos de Waits siempre son bipolares. Oscilan entre el vagabundo melancólico enamorado de la luna y de las chicas de Brooklyn cuyos corazones se resquebrajan todos los días y el diablo acelerado, chirriante, el duende salvaje que bien podría ser el Puck que le susurraba todos los planes a Neal Cassidy cómodamente sentado en su hombro.

En este sentido no hay sorpresas.

O te gusta o no te gusta ese encadenamiento sincopado de referentes del rythm'n'blues convenientemente cortado con raciones de la mejor literatura beatnik y aderezado con unas cuantas gotas de cabaret, circo y expresionismo alemán.

Siempre he pensado que los discos de Tom Waits son la banda sonora perfecta para prender fuego a todo aquello que uno odia entre entregados aullidos a la hermosa, redonda y refulgente luna. Y en este sentido "Bad as me" funciona. Da gusto ver como arde todo mientras Waits despliega su particular necronomicón escrito en un rollo de papel de water para hablarnos de Chicago, de adioses, de carreteras, de árboles, de hojas, de resplandores, de horizontes, de manchas de grasa, de cigarrillos, de calles atestadas, de calles vacías, de besos, de bares, de alcohol... No necesariamente en este orden.

Y la magia sigue funcionando.

Y de cuando en cuando, entre tanta patada a vacías latas por olvidados callejones, la magia de un encuentro. El encuentro con el otro Waits, el vagabundo sensible que es capaz de escribir un tema tan hermoso como New Years Eve de máginas resonancias mixtecas.

Y nadie que haya amado de verdad puede resistirse a una buena canción mixteca.

No se si "Bad as me" es mejor o peor. Ni siquiera me lo planteo. Solo quiero escucharlo una vez más, traicionándome y deteniéndome más de lo necesario en New Years Eve.

Lo bueno o lo malo es que cuando uno se hace mayor no sabe exactamente por qué se emociona cuando escucha una de estas canciones. Seguramente, y en el fondo, uno simplemente se alegra de seguir vivo después de todo lo que ha sucedido. O quizá por lo poco o mucho que uno piensa que queda... pero esa es otra historia.