sábado, diciembre 03, 2011

BIG FISH

A su manera, el sentido también es una historia.

Es la historia de las historias, la que nos hace ser lo que somos y que, al mismo tiempo, hace que todo el resto de historias sean posibles.

Es lo que enlaza a las cosas y las sitúa como parte de un paisaje enlazándolas en una determinada configuración dotada de un significado o de una intención.

El ser humano por encima de todo es un agente productor de sentido y en ello subyace, impulsándolo, lo más esencial: lo que cada uno cree que es, que busca o que quiere. A partir de ese punto, la realidad se convierte en un espacio para buscar, para encontrar, para producir.

Como escribía Heidegger en ese inmenso y maravilloso "ladrillo" llamado "Ser y tiempo", el dasein, el ente que existe en un concreto espacio y tiempo está para "cuidarse de", para realizar un determinado trabajo, una determinada misión y el plano en el que está escrito ese tesoro,  mientras se nos derrama el tiempo entre las manos, es ese sentido.

La potencialidad que creemos ser y que no podemos hacer otra cosa que desarrollar.

"Big Fish" es una hermosa fábula sobre la necesidad que el ser humano tiene de esas historias, de ese sentido capaz de transfigurar las cosas y convertirlas en hermosas.

Exactamente eso es lo que hace Edward, el protagonista de esta película que sin duda es una de las mejores películas de Tim Burton.

Ante la incomprensión de su hijo que sólo ve un charlatán pesado, Edward ha hecho de las historias su propia vida o de su propia vida una historia.

Esta línea argumental se complementa en este punto con la segunda, la de la complicada relación paterno-filial que ambos personajes arrastran y que culminará de una manera terriblemente hermosa porque participar del sentido que los otros quieren darle las cosas también es un acto de amor.

Especial.