miércoles, diciembre 07, 2011

RESTLESS


Es patético cómo los esclavos juegan a ser cínicos y a no creer en sentimientos como el amor o la sociedad sin clases mientras sus dueños despreocupadamente eligen la piscina en la que bañarse.

La mala prensa que en nuestros días tiene todo tipo de idealismo, la proliferación de tanto cinismo y pretendida adaptación a la realidad, no son otra cosa que una vuelta de tuerca más en el silencioso, invisible y firme proceso de dominación al que estamos siendo sometidos.

Por eso, de vez en cuando, conviene probarse viendo una película como "Restless".

Es mucho más fiable que el test Voigt-Kampff.

Te lo aseguro. Si no te emociona es que en alguna parte tienes puesto un buen par de cadenas... Te lo digo como amigo... aunque no te conozca ni probablemente quiera conocerte.

Es más... si te concentras podrás escuchar claramente a alguien meándose de risa en la distancia sobre tu pretendido corazón duro de mierda. Igualito que en la canción de Lou Reed.

La nueva película de Gus Van Sant nos cuenta una historia de amor loco con la muerte como punto de partida y también como punto final.

Enoch un adolescente huérfano conoce a Annabel, una enferma de cáncer, en un funeral a los que asiste de manera constante desde el fallecimiento de sus padres en un accidente de tráfico. Ambos se enamorarán bajo la atenta mirada de Hiroshi, el fantasma de un piloto kamikaze que Enoch conoció en la experiencia de muerte que tuvo como consecuencia de ese mismo accidente y que se convertirá en un maravilloso nexo de unión entre ambos, imbricando su propia historia de amor interrumpida con la que viven Enoch y Anabel.

Y para mi gusto lo mejor que tiene esta historia es el tono de alegre tristeza con que se desarrolla, el mismo tono despreocupado y adolescente con el que los protagonistas enfrentan su amor y la próxima muerte de Anabel.

Agarrándose a cada instante y haciendo que cuente.

Nada más... ni nada menos.

Especial.

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